Leyenda “Origen de la Cordillera Blanca”.
El Huascarán, fue una vez una mujer que tuvo numerosos hijos, el marido de Huascarán, se llamaba Canchón que fue seducido por Sutoc quien era buena cocinera, celosa, Huascarán hirió a su marido y luego huyó seguida por sus hijos, el mayor la acompañaba de cerca, mientras que el menor iba bastante lejos. El hijo favorito iba cargado en la espalda por Huascarán. Cuando se fueron a descansar, toda la familia se transformó en la Cordillera Blanca, y de sus lágrimas se formaron los arroyos que dieron origen al río Santa y al Marañón.. Canchón se volvió de piedra y llegó a ser la más bella montaña de la Cordillera Negra, su amante Sutoc y sus hijos también se transformaron en otras montañas de la Cordillera Negra y sus lágrimas formaron los cauces y arroyos de esa región.
LA LEYENDA DE HUASCAR Y HUANDY
Esta es la historia de Wandy, la bella ñusta hija del cacique de los Huaylas. Ella se enamoró perdidamente de quien tal vez no debió hacerlo nunca de Huáscar, un apuesto soldado del ejército de su padre. ¿Por qué decimos esto? Porque a raíz de ese amor la preciosa doncella sufrió mucho.
Wandy salía todas las mañanas a observar los ejercicios que hacían los soldados atrás del palacio. Eran fuertes y aguerridos y ella los admiraba. Decían que eran muy bravos en los combates.
Y entre ellos, Huáscar se ganaba la simpatía de la joven desde tiempo atrás. Sin embargo, muy pocas veces se habían dirigido la palabra. Cuando el joven volvía al palacio, luego de sus ejercicios rutinarios, el corazón de Wandy se alborotaba, se alegraba, y más aún cuando Huáscar, al pasar al pie de su ventana, la saludaba sonriente. Un día, luego de sus prácticas marciales, Huáscar decididamente se acercó a ella y le buscó conversación. Hablaron largamente. Y durante los días siguientes continuaron viéndose. Entonces corrió el rumor de que entre Wandy y Huáscar había nacido un gran amor. El rumor llego a oídos del padre de Wandy, a quien no le gustó la noticia, pues tenía entre sus planes casarla con el curaca de un pueblo vecino que le había manifestado su interés por la doncella.
El padre hizo venir a Wandy ante su presencia y, tras una áspera conversación, le prohibió verse en adelante con Huáscar y amenazó con expulsar al soldado de su ejército si continuaban haciéndolo.
Wandy, temiendo verse apartada para siempre de su amado, apenas abandonó el recinto, lo buscó y le pidió huir los dos.
Esa misma noche, burlando la vigilancia de la guardia, escaparon.
Los jóvenes, al darse cuenta de que habían sido descubiertos y que los perseguidores estaban cerca, se separaron un poco para confundirlos. Sin embargo, fueron apresados; y como se resistían a regresar, los soldados los ataron a sendos postes de piedra y retornaron al reino a dar aviso a su señor.
Al enterarse de que habían sido capturados. el padre de Wandy ordenó a sus guerreros dejarlos atados allí por unos días como castigo, que ya él daría la orden para que los trajeran de vuelta.
Los dioses andinos, viéndolos padecer hambre y frío, y conmovidos por las súplicas de los amantes para que no permitieran que los llevaran de vuelta ante la presencia del curaca, decidieron atenderlos.
Y, para eso, los convirtieron en el acto en dos enormes e imponentes nevados de la cordillera, los que, situados frente a frente, serían conocidos como el Huandoy, en recuerdo de Wandy, la bella princesa, y el Huascarán, el pico más alto del Perú, en memoria del valiente Huáscar.
Se dice que las lágrimas de Wandy se originaría, pasados los años esa hermosa laguna de aguas azulosas, y orillada de verde vegetación, conocida por todos con el nombre de Llanganuco.
Maria Josefa
Maria Josefa Chávez Ontaneda, nació en Purhuay, Provincia de Marañon, Huanuco, el 12 de diciembre del año 1700.
Tenia “el rostro bello … una frente amplia y calida como los ángeles, los ojos grises en piadosa imploración, las mejillas como amapolas frescas, la boca como arrobo en flor, el torso exhubero como esculpido en onix y las manos aladas y hóstiales” en suma Maria Josefa era primero “un botón primaveral” y luego “una flor esplendida”, a la que la vida del campo la convirtió en “fuerte y valerosa”.
Cuando tenía 20 años, Maria Josefa se enamoró de Eusebio López de la Vega, un joven botánico, quien muere al retorno de un viaje de estudios en la selva central. La noticia de la muerte de Eusebio la llenó de consternación.
Después de varios años, desde la muerte de Eusebio, el padre de Maria Josefa “Don Asunción” la comprometió en matrimonio con Carlos Gustavo, un hombre que era un “truhán, prepotente , borracho e impúdico” de una “ personalidad torva y morbosa”.
Ante esta realidad, el 07 de junio de 1730 a las 2 de la madrugada, Maria Josefa huye hacia Yungay en compañía del arriero Don Canuto Castillo. Después de seis dias de caminata por fin transmontaron el portachuelo y llegaron a la laguna de Llanganuco y cuando ya se dirigían a Yungay el “…súbito eco del trote de una cabalgadura herrada se les acercaba y cada vez mas próximo parecía aterrorizarlos… Don Canuto volvió atrás la mirada y advirtió la presencia de Carlos Gustavo…”
Maria Josefa trato de huir, pero Carlos Gustavo se interpuso, entonces “trató de aventurarse aventándose a la corriente del río (que baja de Llanganuco)” y en su intento de huir desapareció en el río para siempre.
En homenaje a la doncella “…una hornacina rústica en el camino y una laja sobre la tumba son bastantes para encender una vela….Y una tierna y pía, dulce y suave tonalidad de santidad angelical flota en el escenario incitando a la pureza y a la fidelidad.”
(*) Resumen de la Obra “La leyenda de Maria Josefa”, version recogida por el historiador Ancashino Julio Olivera Ore, 2005, 90 paginas, en venta en el INC de Huaraz. A la fecha el Dr. Olivera, quien radica en Boston –USA, ha publicado otras obras tales como “Cuentos Andinos” y “Cartas de Chenedollé a Albertina”.
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